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Hampi

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Hampi Daniel Franca 2017 detail paintings India

HAMPI – Ciudad de la Victoria

Ramsés Torres García

“¿Qué ha sido de Dios?”
Fulminándolos con la mirada agregó:
“Os lo voy a decir.
Lo hemos matado.
Vosotros y yo lo hemos matado…”
– El Loco, Friedrich Nietzsche

 

Nada desaparece. Nada se destruye. Los restos de la civilización cuentan historias de la soledad. Susurran secretos de almas divinas. Gritan colores de silencios sagrados. El ojo del artista siente lo que fue. Su corazón, respira lo que es. La experiencia de Daniel Franca (Sevilla, 1985) es un disparo certero a su conciencia y raciocinio. No ha existido nada igual en su realidad. Atravesando los bordes, los límites, el horizonte más allá de las orillas de tinieblas del pasado, la visión cruza el espíritu del presente. La civilización no ha desparecido. Lo real y lo imaginado conviven en el mismo plano. Lo bello. Lo sublime. Lo romántico. La mirada que observa para luego representar. La visualización de la ciudad, latiendo en los recuerdos del pintor, vibrando hasta grabarse, candente. Hiriendo la propia percepción. El germen de la obra subyace en la corteza de la memoria. Y así, haciéndose la idea, se desarrolla como brote que crece en el interior del subconsciente creativo.

Hampi se convierte en la cristalización de la experiencia de Daniel Franca, entropía viva. Una implosión ambiental, corporal y emocional, que estalla al exterior en un desfile de colores suaves e intensos a la vez, sutiles y volátiles, como la fuerte soledad que resbala por los muros de los edificios aislados de la realidad del mundo. La temperatura de la ciudad se puede contemplar. Sus pinturas son pequeños viajes sensoriales a través de la emoción de lo vivido, cruzamos cada lienzo para palpar el silencio, el placer del descubrimiento personal, de la meditación, de la profundidad.

La imposición de la naturaleza se antoja algo inevitable. Se presiente en cada una de las obras de la exposición. Un retorno irrevocable a lo salvaje. A lo misterioso. Casi metafísico. No existe una negación de la civilización, al contrario, está presente de forma decadente. Rezuma la degradación de la civilización, pero no su desaparición, sino su sometimiento. Solo quedan los edificios aislados. Templos solitarios y vacíos, como sepulcros, como mausoleos donde una vez hubo dioses. Está la existencia de la construcción sagrada, pero el vacío de dios. Existe su ausencia. Solo quedan huellas. Dios ha muerto.

El vacío no es otra cosa que la ausencia de aquello que lo que lo llena. La civilización se rinde al triunfo de un nuevo orden. El dominio de la naturaleza es una realidad. Hampi: Ciudad de la Victoria.

HAMPI – City of victory

Ramsés Torres García

“Whither is God?” he cried;
“I will tell you.
We have killed him – you and I”.
“The Madman”, Friedrich Nietzsche

 

 

Nothing disappears. Nothing is destroyed. The remains of civilization tell stories of solitude. They whisper secrets of divine souls. They cry colors of sacred silences. The eye of the artist feels what it was. His heart breathes what it is. Daniel Franca’s experience (Seville, 1985) is a direct shot to his consciousness and reasoning. Nothing like it existed in his reality. Crossing borders, limits, the horizon beyond the banks of past darkness, the vision crosses the spirit of the present. The civilization hasn’t disappeared. The real and the imagined coexist on the same plane. The beautiful. The sublime. The romance. The observant look in order to represent later on. The visualization of the city, beating in the painter’s memories, vibrating until etched and burning. Hurting one’s perception. The seeds of the work lie at the root of memory. And thus, the idea develops like a sprout and grows in the creative subconscious.

Hampi becomes the crystallization of Daniel Franca’s experience —living entropy. An environmental, corporal and emotional implosion that bursts outwards into a parade of soft and bright colors at the same time, subtle and volatile, like the strong solitude that slips through the walls of buildings, isolated from the reality of the world. Thetemperature of the city can be contemplated. His paintings are short  sensory journeys through the emotions of the experience. Each canvas is crossed to feel the silence, the pleasure of self-discovery, meditation, and depth.

The imposition of Nature seems inevitable. It can be sensed in each of the exhibited works. An irrevocable return to the wild. To the mysterious. Almost metaphysical. There is no denial of civilization; on the contrary, it is present in a decadent way. It exudes the degradation of civilization; not its disappearance, but its subjugation. Only the isolated buildings are left. Solitary and empty temples—such as sepulche —, like tombs or mausoleums where Gods once were. The sacred construction exists, yet there is the emptiness of God. His absence exists. Only traces remain. God is dead.

The emptiness is nothing but the absence of that which fills it. The civilization surrenders to the triumph of a new order. The dominance of nature is a reality. Hampi — city of victory.